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El agua es un elemento recurrente en la filosofía Taoísta, que nos invita a observarla y a imitar sus cualidades. ¿Pero qué podemos aprender del agua? ¿Qué aspectos de su naturaleza nos pueden servir de inspiración? Y lo más importante, ¿cómo podemos aplicar estos principios a nuestra vida cotidiana?

Para responder a estas preguntas, podemos recurrir a los textos del Tao Te Ching, considerado el primer libro del Taoísmo, que nos ofrece sabiduría milenaria sobre el agua y cómo podemos cultivar nuestra virtud a través de ella.

A las orillas del río Amarillo

El río Amarillo es considerado el origen de la cultura china, ya que fue el escenario donde se desarrollaron las primeras dinastías y ciudades. Su fertilidad permitió el florecimiento de la agricultura y el comercio, y también influyó en la religión y el arte. No es de extrañar, entonces, que el agua tenga un papel tan relevante en la filosofía china.

El taoísmo, al igual que otras filosofías ancestrales, surgió del estudio y la observación de la naturaleza. Al igual que Tales de Mileto, considerado el primer filósofo de todos los tiempos en Occidente, estos sistemas filosóficos se basaron en la búsqueda de respuestas racionales a través de la observación de los fenómenos naturales. En lugar de recurrir a explicaciones míticas o supersticiosas, estas filosofías primigenias se centraron en comprender y explicar el mundo que nos rodea a través de un enfoque fundamentado en el estudio y la reflexión.

Lo débil vence a lo fuerte, lo blando vence a lo duro

En el taoísmo, se nos recuerda constantemente la importancia de esta enseñanza. Un ejemplo tangible de este concepto se puede apreciar en un video que circula en las redes, donde se muestra el efecto erosivo del agua en la roca a lo largo de 15, 25 y 50 años:

Este principio también se encuentra en el capítulo 78 del Tao Te Ching, que es ampliamente apreciado por los practicantes de artes marciales internas. En este capítulo, se destaca la naturaleza del agua:

No hay nada más blando y flexible que el agua,
pero nada puede vencerla en fuerza.
Lo que es blando vence a lo que es duro;
lo que es débil vence a lo que es fuerte.
Nadie ignora esto, pero nadie lo aplica en la práctica.
Por eso el sabio dice:
Quien asume sobre sí las culpas del pueblo,
merece ser el señor del mundo.
Quien carga sobre sí las desgracias del pueblo,
merece ser el rey de los hombres.
Las palabras parecen contradictorias, pero son verdaderas.

Lao-Tse. (2016). Tao Te King (A. Rivas Gonzálvez, Trad.). Madrid: Edaf. (Trabajo original publicado en 1998).

¿Estamos dispuestos a dejar de lado nuestra rigidez y abrirnos a nuevas posibilidades? ¿Podemos aprender del agua y permitir que nuestra flexibilidad y adaptabilidad sean nuestra fortaleza?

La suprema bondad es como el agua

En el Tao Te Ching, se hace referencia constante al agua en sus diversas formas: ríos, mares, lluvia… En el capítulo 8, Lao Tsé nos insta nuevamente a aprender de esta sustancia vital:

La suprema bondad es como el agua.
El agua beneficia a todas las cosas y no lucha contra ellas.
Se detiene en los lugares que todos desprecian.
Por eso se asemeja al Tao.
En la morada, lo justo es el lugar;
en el pensar, lo justo es la profundidad;
en el trato con los demás, lo justo es la bondad;
en el hablar, lo justo es la sinceridad;
en el gobierno, lo justo es el orden;
en los negocios, lo justo es la capacidad;
en el movimiento, lo justo es el momento.
Quien no tiene conflictos consigo mismo,
no provoca conflictos en los demás.

Lao-Tse. (2009). Tao Te Ching: Los libros del Tao (I. Preciado Idoeta, Trad.). Madrid: Trotta.

En este capítulo, se nos presenta la imagen de una persona virtuosa comparada con el agua:

El agua, siendo humilde, nutre y provee a todos los seres sin esperar recompensa ni reconocimiento. Al igual que el agua, la persona virtuosa muestra generosidad y compasión sin buscar gratificaciones externas. También nos muestra su capacidad para llegar a lugares que pueden ser despreciados por otros. Puede residir también en lugares bajos, esta lección nos invita a adoptar una actitud humilde y a estar dispuestos a aprender incluso de las situaciones más adversas.

La flexibilidad es otra cualidad del agua que se destaca. Se adapta a cualquier forma y circunstancia, sin resistirse ni luchar contra los obstáculos que encuentra en su camino. En lugar de enfrentarlos de frente, el agua los rodea. Esta actitud nos enseña la importancia de la adaptabilidad y la apertura al cambio.

Be water my friend

Bruce Lee, además de un gran maestro de las artes marciales, también estudió filosofía en la Universidad de Washington y plasmó sus conocimientos en su propio estilo de combate, el Jeet Kune Do.

Prácticamente, todo el mundo ha oído su frase más célebre, “Be water my friend”, “Sé agua amigo mío”, que refleja una clara influencia del Taoísmo. De hecho, uno de los primeros estilos de artes marciales que practicó bajo la tutela de su maestro, Yip Man, fue el Wing Chun, que tiene fuertes vínculos con el budismo Chan. Sin embargo, como practicante de Wing Chun, puedo decir que existen ciertas similitudes entre los ejercicios, como el Chi Sao (manos pegajosas), y los principios taoístas transmitidos en los escritos de Lao Tsé.

En el Chi Sao, aprendemos a fluir con la fuerza de nuestro compañero, a ser como el agua. En lugar de permanecer rígidos, debemos sentir la presión ejercida por nuestro compañero y adaptarnos, sortear los obstáculos y cambiar de forma según sea necesario. Esta práctica refleja claramente la enseñanza taoísta de la flexibilidad y la adaptabilidad, que Bruce Lee incorporó y transmitió también en su propio arte marcial.

La virtud del agua

Vamos a hacer un pequeño resumen de las lecciones que hemos podido extraer y aplicar a nuestra vida cotidiana:

  1. Su naturaleza nos enseña a ser más flexibles, a nutrir a los demás sin buscar reconocimiento o recompensas. Quizá con un simple halago o escuchando a un amigo o familiar que ha tenido un mal día, podemos darles el apoyo y fortaleza emocional que necesitaban. Pequeños gestos pueden tener un impacto significativo en la vida de los demás, al igual que el agua que nutre y sustenta a todos los seres que encuentra en su camino.
  2. Podemos aprender a ser como el agua, adaptándonos a diferentes circunstancias, evitando la resistencia ante los obstáculos y, en su lugar, buscando soluciones alternativas. Cuando nos encontramos con desafíos y obstáculos, en lugar de resistirnos y luchar contra ellos, podemos buscar caminos alternativos y explorar nuevas posibilidades. Así como el agua encuentra su camino alrededor de los obstáculos en un río, podemos encontrar formas creativas y adaptativas para superar las adversidades que se nos presentan.
  3. La humildad también se revela en la naturaleza del agua. Ser humildes no significa hacernos diminutos, sino más bien reconocer nuestras debilidades y limitaciones. Al adoptar una actitud de humildad, podemos aprender a aceptar nuestras imperfecciones y buscar la mejora. La humildad nos ayuda a mantenernos abiertos al aprendizaje y a reconocer que siempre hay espacio para crecer y expandir nuestro conocimiento.

Este tema es el resultado de una investigación específica, poner en práctica estas enseñanzas puede ser difícil, especialmente ante situaciones realmente complicadas, pero siempre podemos intentar adoptar nuevas perspectivas para nuestra vida.

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